Cortamos un trozo de rizoma de jengibre en rodajas finas, los dientes de ajo por la mitad y los cebollinos en tres o cuatro pedazos. En una cacerola vertemos el caldo de pollo y le agregamos el jengibre en rodajas, los cebollinos y los ajos. Lo llevamos a ebullición y dejamos cocer una media hora.
Mientras, cortamos el pollo en tiras de medio centímetro de grosor por dos de largo, los extendemos en una fuente; rallamos el resto del jengibre y lo echamos en el pollo junto con cuatro cucharadas de salsa de soja. Lo dejamos en adobo unos diez minutos.
Cocemos los fideos en agua hirviendo abundante, durante unos diez minutos, o hasta que estén hechos. Los lavamos con agua fría y los escurrimos.
Salteamos los brotes de soja en una sartén con un poco de aceite durante un par de minutos, los aderezamos con sal y pimienta y los retiramos en un plato.
Escurrimos el pollo y lo freímos en un poco de aceite hasta que se dore. Lavamos las espinacas y las cocemos en agua ligeramente salada un par de minutos. Las escurrimos cuidando de exprimir el agua y las cortamos en trozos de una pulgada.
Colamos el caldo en otro recipiente y desechamos el jengibre, los cebollinos y los ajos. Lo ponemos a hervir y cuando llegue a la ebullición, le incorporamos dos cucharadas de salsa de soja y el sake. Disolvemos el miso en una taza de caldo y lo vertemos a la cazuela. Agregamos también los fideos, los llevamos a ebullición, bajamos el fuego y dejamos que cueza dos minutos a fuego lento.
Repartimos los fideos en cuatro raciones, agregamos el pollo, los brotes de soja y las espinacas, y derramamos el caldo sobre los cuencos. Servimos muy caliente.