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Calabacines de verano o de piel blanda

Calabacines de verano o de piel blanda

Después de cosechados se han de cocinar tan pronto como sea posible. Los calabacines pequeños son infinitamente superiores a los más grandes, y de sabor más interesante y delicado. Su preparación apenas exige algún trabajo: basta con lavarlos y después dejar enteros los muy pequeños, y los otros cortarlos en rodajas o bien, a lo largo, por la mitad o a cuartos. Con unos pocos minutos de hervor, cocción al vapor o fritura, condimentándolos con hierbas como albahaca o perejil, con un chorrito de crema o con mantequilla o aceite de oliva, se obtendrá un excelente plato de verduras, que hay que intentar no dejar esperando, porque los calabacines seguirán ablandándose aunque ya hayan sido retirados del fuego.
Son excelentes fritos en aceite, pasados o no por pasta para freír, también se suelen rellenar y freír, previamente pasados por pasta, las grandes flores amarillas de la planta. Los calabacines forman parte del fritto misto italiano, que puede incluir también manzanas, corazones de alcachofas, berenjenas, sesos o ternera cortada en tiritas, tal como se corta el buey para el buey Stroganoff.
Calabacines gigantes Estos enormes ejemplares, ganadores de premios y orgullo de festivales, no son gran cosa como verduras y, para algunos gustos en todo caso, son todavía menos aceptables preparados en mermelada. Los de tamaño mediano pueden ser igualmente decepcionantes si se hierven hasta que se deshagan, pero si se empieza por dorarlos con un poco de mantequilla y cebolla picada y después se cuecen al vapor en su propio jugo, con el agregado de un abundante puñado de perejil picado, pueden tener muy buen aspecto y un sabor delicioso, sobre todo si se agregan tomates.
Uno de estos ejemplares, blanqueado previamente, cortado por la mitad y vaciado, es buen vehículo para un relleno de carne picada y cebolla, ligado con un huevo, o para un relleno de arroz y carne, pero ambos necesitan estar bien sazonados porque el calabacín tiende a ser desabrido. Calabacines espagueti En el cultivo de esta variedad, amarilla y rechoncha, se presta especial atención a la tendencia del calabacín a producir una carne fibrosa, característica que permite comerlo con salsa, enroscando las fibras en el tenedor como si fueran espaguetis. Siempre se preparan hervidos, perforando los extremos para que el calor llegue bien al interior, y se presentan cortados por la mitad a lo largo, sirviendo por separado una salsa de tomates. También son buenos si se sirven simplemente con mantequilla y queso rallado. Calabaza «custard marrow» Por lo común de color cremoso, aunque tienen también tonos amarillos y verdes, son de sabor bastante parecido a los calabacines. Son mejores cuando alcanzan unos 10 cm de diámetro, momento en que tienen la piel blanda y la pulpa tierna, y no es necesario cortarlos en rodajas y estropear su forma de vieiras. Simplemente se hierven, se les corta una tapa y se les retiran las semillas para después llenar el hueco con mantequilla derretida y comerlos con una cuchara.
Chayotes Son calabacines pequeños y en forma de pera, que tienen una sola semilla grande, comestible en los que son muy tiernos. Tienen destacado papel en la cocina de Centro y Sudamérica, donde, además de usarlos como los demás calabacines, se preparan confitados, rellenos con nueces y pasas, así se sirven como postre. Melón velludo chino o calabaza encerada Tiene el aspecto de un torpedo y se puede comprar en las tiendas de productos chinos. Cuando es tierno está cubierto por una pelusa sedosa, fácil de quitar frotándola con la mano bajo el chorro de agua del grifo. Ya maduro, presenta un revestimiento ceroso que también es fácil de lavar. Aunque levemente amargo, es excelente frito en poco aceite.