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Naranjas

Naranjas

Hay tres variedades principales de naranjas: las lisas, dulces y de piel delgada, como las de Valencia y las sanguinas, que van desde un color dorado brillante al rojo sangre y están llenas de zumo; las naranjas de Valencia, más grandes, más ásperas, sin semillas y de piel gruesa, son más sabrosas y más fáciles de pelar, así como las naranjas amargas, conocidas también como sevillanas, que se usan para hacer la mejor mermelada.
Inventada en Escocia, la mermelada de naranjas debe su origen a un cargamento de naranjas portuguesas que llegaron a Dun-dee en el siglo XVI e inesperadamente resultaron ser muy, muy amargas. Las naranjas amargas aún siguen apareciendo en el mercado durante una breve temporada, hacia el Año Nuevo, y la preparación de mermelada es casi la única ocasión en que tiene algún sentido hervir naranjas.
Pero, en general, las naranjas nos gustan frescas. En Trinidad las venden por la calle, partidas por la mitad y espolvoreadas con sal. El zumo de naranjas recién exprimido y servido con hielo solía ser un refresco habitual en todos los países. En Sicilia, uno de los paraísos de las naranjas, el zumo se bebe no tanto como aperitivo sino
como punto final de una buena comida, especialmente el zumo, de un atractivo color rojo tomate, de las naranjas sanguinas, que es especialmente dulce y sabroso.
Cuando se prepara zumo de naranjas, lo mejor es comprar las de piel delgada, como las de Valencia, que prácticamente no tienen semillas. Y ello no porque las naranjas Navel no tengan jugo, sino porque su tamaño imponente las hace más caras, y como además son de cascara gruesa, buena parte de lo que pagamos se desperdicia. La naranja Navel, que se puede pelar perfectamente y virtualmente no tiene semillas, es la mejor para comer como postre.