Los Icacos se rajan en cruz y se dejan en agua de limón durante toda la noche. Por la mañana se les quitan los hollejos. Se cocinan a fuego lento en agua suficiente que los cubra, con el azúcar hasta que ablanden y suelten una parte de la pulpa, debe quedar como una jalea. Se les ponen unas gotas de limón, para que queden rojos, se retiran del fuego y se sirven en dulcera.
Tomado del libro Gran Cocina Colombiana, de Carlos Ordonez