Se sofríen los chiles en poco aceite hasta que obscurezcan, se les sacan las semillas y las venas.
Se licúan por completo los chiles, los tomates, la cebolla y el ajo y se ponen en una sartén, con el aceite en que se sofrieron los chiles, a fuego lento, añadiendo sal y pimienta al gusto, hasta que espese la salsa.
Muy buena para acompañar huevos revueltos